Por Cristian Mancilla
Intuitivamente, ubico mi primera experiencia retrocapitalista en el tiempo cuando descubrí la música de ocho bits (chiptune). No recuerdo cómo, encontré el álbum The 8 Bits of Christmas, con temas aportados por un grupo de colaboradores bajo el nombre de «The 8 Bit People». Esto ocurrió el año 2006, mientras me acercaba al final del pregrado. El álbum y el concepto me parecieron tanto impresionantes cuanto fascinantes. Pero no tengo la certeza de que esta experiencia corresponda verdaderamente a lo que ha de catalogarse como retrocapitalista. ¿Porque qué es el retrocapitalismo?
Los orígenes del concepto
Una búsqueda rápida de «retrocapitalism» en Google Scholar arroja apenas cuatro resultados: 1 & 2) Kroker & Weinstein 1994 & 1996 utilizan el término en el sentido de una forma primitiva de capitalismo, 3) Fiks & Kopenkina 2008 lo utilizan en el sentido de un capitalismo postsoviético y 4) McLaren 2017 lo utiliza para describir la política económica de Trump en cuanto que esta rechaza el neoliberalismo y abraza el corporativismo. Todos coinciden en cuanto a tomar el concepto en el sentido de una práctica específica del capitalismo definida por el cómo o por el cuándo. Esta concepción difiere radicalmente de la que esbocé en el párrafo de arriba, por cierto: para mí, el término está ligado con una experiencia cultural.
Esta reflexión, no obstante, me fue inspirada por Patricio Arriagada, quien ha publicado el blog «r e t r o c a p i t a l i s m: Nostalgia of the collective unconscious in market societies». Es este «retrocapitalismo» el que quiero definir aquí. Como lo sugiere el título, este blog difunde material catalogado como vaporwave y también sobre centros comerciales abandonados. Aparte del blog, Arriagada también conceptualizó el «retrocapitalismo» en un texto[1] que ha compartido amablemente conmigo. Desde este documento, el concepto de «retrocapitalismo» que he logrado capturar es el de una evocación de los productos culturales de los 80 y los 90. Esta definición sí coincide, por cierto, con la primera experiencia retrocapitalista que mencioné arriba. Mi amor por el Atari y por el NES fueron repentinamente conmovidos la primera vez que escuché aquella música de ocho bits.
El nombre «retrocapitalismo», en tanto, tiene su inspiración, por una parte, en los hechos de que 1) la tendencia vaporwave se vale de artefactos publicitarios — lo que otorga el carácter «capitalista» — propios de los años 80 y 90 — lo que otorga el carácter «retro» — y 2) el registro documental de los centros comerciales extintos está focalizado sobre un producto cultural (el centro comercial) que se presume «capitalista» — en cuanto que es «comercial» — y cuyo auge (al menos en los EEUU) tuvo lugar durante los años 80 y 90. Bien podría decirse, pues, que el término «retrocapitalista» ha surgido desde una conceptualización confusa, pero se trata de un nombre atractivo.
Los ejemplos
La corriente estética del vaporwave, el cyberpunk, el chiptune, los documentales sobre centros comerciales abandonados, el relanzamiento de consolas para videojuegos, incluso la estrafalaria presentación del grupo musical Backstreet Boys en Viña del Mar (2019) son fenómenos retrocapitalistas de acuerdo con la definición extraída desde Arriagada: una evocación de los productos culturales de los 80 y los 90. Quiero enfatizar que estos productos culturales no se limitan a lo artístico y lo lúdico, sino que se extienden a lo publicitario y a lo doméstico: una visita al perfil «nostalgia.pura» de Instagram podría aclarar lo que intento explicar.
Porque los productos culturales han de cubrir todos los sectores de la cultura: la política y la religión, la técnica y la ciencia, el arte y la moral. Así que no se trata solamente de Los Simpson y de la Mega Drive, sino que también de Thatcher, de Chernobyl, de Tiananmen, del Discovery, de los modelos de mantel, del diseño de los muebles, de la 3ra estrofa del Himno Nacional, etc. Todas estas evocaciones son retrocapitalistas. Siento que existe una tendencia a interpretar las evocaciones como nostálgicas, pero no creo que la nostalgia sea un ingrediente necesario para conseguir una «experiencia retrocapitalista», por cuanto lo esencial es que ella nos remita a las décadas de los 80 y los 90. La nostalgia la pueden sentir quienes vivieron efectivamente durante estos años, pero los nacidos después y los futuros conocedores del tema no necesitan de ella para entender y transmitir el retrocapitalismo.
[1] «Retrocapitalismo: propuesta multisemiótica para un análisis literario-estético de la sociedad poscapitalista chilena mediante el corpus “Odio a Puente Alto” (José Ángel Cuevas, 2006), Mano de Obra & Sumar (Diamela Eltit)».