Desde sus oficinas de Santiago, el padre de Cecilia, la ex miss Universo, recordó cómo se desarrolló la ciudad gracias a las franquicias


Muchos de los que vivieron la época dorada del boom industrial ariqueño (década del ’60) recuerdan todavía que uno de los productos más vendidos y de mayor difusión eran los televisores Bolocco, llamados así porque justamente la fábrica que los producía o armaba pertenecía a la conocida familia de la ex Miss Universo, Cecilia Bolocco.Cuatro fábricas y más de mil personas trabajando en ellas, constituían el patrimonio y el capital humano especializado que poseía la familia Bolocco en Arica, tal como lo recuerda en contacto con nuestro medio, Enzo Bolocco, desde Santiago.Reticente a dar entrevistas, porque según afirma le tergiversan las cosas, don Enzo es un patriarca de los negocios de la familia.

Cuando se trata de rememorar aquellos años dorados, se explaya entusiasmado.Y no es para menos, porque sólo basta mencionar que en una ocasión se dio el lujo de traer a nuestra ciudad al propio Henry Ford para lanzar un nuevo modelo de autos en la piscina del entonces recién inaugurado Hotel Azapa.»Teníamos cerca de 1.500 personas trabajando en Arica en aquel entonces, pero no sólo era una fábrica dedicada a los televisores, sino que también se armaban radios, tocadores de cintas (tocadiscos); también estaba Incesa, dedicada a fabricar pantallas de televisores; otra era la industria Chilevisión. Además estaba Chilemotores, industria chilena de motores, cuyo 50 por ciento era de Ford y el otro 50 por ciento era nuestro. El presidente de la compañía era yo, teniendo la administración», recordó con nostalgia.

PUERTO LIBREEsta historia se remonta a una década anterior de aquel boom.Enzo Bolocco llegó a la ciudad en 1954, cuando el general Carlos Ibáñez, Presidente de Chile en ese periodo (1952-1958) decidió jugársela con el Puerto Libre.»En ese entonces había una tímida legislación para la industria. Después llegaron las otras franquicias. Además que las condiciones eran distintas, porque me acuerdo que los autos llegaban en barcos y había que bajarlos a lanchones, lo mismo que la mercadería», rememoró el empresario.

Respecto del auge que llegó después con la zona industrial, es claro al afirmar que las condiciones del país eran muy distintas y que «Chile no era para nada el país que es hoy en día. Estaba todo prohibido en términos de importación. Y de traer algo, los aranceles eran enormes».Por ello, explicó que la industria en Arica tenía libertad de traer lo que quisiera para fabricar cosas, pagando unos derechos mucho más reducidos y es que «cuando se abre la importación, no hay ninguna franquicia de cualquier especie que pueda permitir la industrialización.

Porque además la importación de bienes está abierta con prácticamente un arancel cero».Recordó que la industria ariqueña no sólo poseía franquicias aduaneras, sino que también podía importar cualquier cosa que necesitara, «aunque después hubo restricciones específicas, como el caso de las armadurías de vehículos, que debían alcanzar cierto porcentaje nacional».

IGNORANCIA
Bolocco acotó que «la gente es muy ignorante, porque piensan que sólo se trataba de traer cosas y juntarlas acá. Desde luego, en la industria electrónica traíamos algunas partes importadas, otras las hacíamos aquí, pero el diseño electrónico y la marca era nuestro».Manifestó que se manoseó mucho la palabra «armar» y que todas las fábricas del mundo son armadoras, porque «¿se imagina que le entregaran un televisor desarmado?, aunque claro que el proceso final es armar las piezas».

IMPORTACION
Aunque vivió esa época de gloria para la economía ariqueña, Bolocco se declaró partidario total de la importación libre y de la economía de mercado que tiene el país, aunque declaró que «esto no sirve para desarrollar los polos. Hay que buscar otra fórmula, dado que para crear la industria, tendría que castigarse la importación».El empresario reiteró fehacientemente que para «desarrollar un área del país, extrema como es Arica, hacia la industria, se necesita castigar la importación de esos productos. Pero dentro del actual esquema, eso es imposible».

EPOCA QUE NO VOLVERA
El Chile de hoy comparado con el del año 1954, que fue cuando la familia Bolocco se instaló en Arica, «nada tiene que ver. Aquellos tiempos dorados no volverán. Esto no quiere decir que no haya que buscar alguna fórmula para sacar a la ciudad adelante, y aunque tengo algunas ideas, creo que no es el momento de exponerlas», agregó Enzo Bolocco.

EL ADIOS
Respecto del proceso que vivió cuando tuvo que desarmar todo para volver a Santiago, contó que fue algo «violentísimo, porque la gente quedó cesante y nosotros arruinados. Aunque eso empezó con (Salvador) Allende, cuando robaron nuestras industrias».Recordó que durante el Gobierno de Allende, las empresas ariqueñas fueron intervenidas y saqueadas.»Cuando las devolvieron, aunque más bien fueron echados, el país se fue por la economía libre y entonces fue un puñete detrás del otro».No obstante, alaba el sistema económico implementado por los llamados «Chicago Boys», aunque «el precio que hubo que pagar fue que las bonificaciones industriales se acabaran».Atrás quedaron entonces los recuerdos de los años dorados y esa visión inolvidable de cientos y cientos de empleados y obreros saliendo en la tarde desde las industrias por toda la avenida Santa María.

ULTIMO RECUERDO
También quedaron olvidadas las hermosas navidades en las fábricas Bolocco, cuando se traía un circo y artistas de moda como José Alfredo Fuentes y otros, exclusivamente para divertir a las familias.El último recuerdo de don Enzo viene de su infancia, ya que siendo pequeño vio a su padre en una reunión con el general Carlos Ibáñez.»Yo era cabro, pero en esos años se comprendía que el problema de Arica era que estaba abandonada. No había más de 10 mil personas, por lo cual había que poblarla. La única manera para hacerlo, en forma permanente, era mediante las industrias, porque el comercio es gente que viene y se va.En esa época era posible, porque las importaciones estaban prohibidas en el resto del país. Entonces, el camino fue lógico», destacó.

Extraído desde La estrella de Arica