No conocí a don Enrique Cantolla Bernal, cosa rara porque en Arica e Iquique todo el mundo parece haberlo conocido. Su historia es extraordinaria como el primer mega-empresario de fines de los setentas, que partió de la nada hasta tener la primera empresa chilena de nivel mundial: Sony Cantolla.
Hasta mi mamá lo conoció, debe haber sido en 1965 cuando compramos una pequeña radio marca Minuet en su tienda de Santiago, una vez se me enredo el cordón en la puerta del ascensor y cuando la enchufamos hubo una gran explosión: el cordón llevaba un nicrom con resistencia para bajar el voltaje y probablemente el tirón provocó un corto-circuito. Mi mamá fue a reclamar y contaba que la había atendido el propio dueño de la tienda, que le cambió la Minuet por otra radio más segura con la recomendación que no tirara del cable.
En esos años Cantolla era un comerciante común y corriente que tenía la representación de las radios Grundig o Telefunken (no recuerdo bien), además de muchas otras radios de bajo precio como la Minuet que nosotros compramos. A fines de los años 50 una casualidad le cambió la vida y lo llevó a ser en su momento el empresario más rico de Chile.
Resulta que viajó a Nueva York a una exposición de radios, representando sus marcas alemanas y conoció al señor Morita, uno de los fundadores de Sony que había desarrollado la primera radio a transistores del mundo un par de años antes, en 1955. Sony era una empresa bastante pequña que no había tenido éxito con sus ollas eléctricas para preparar arroz, aunque con su inseguro cojín calentado por una resistencia les fue algo mejor. Como los dos socios eran muy orientados a la cosa técnica se les ocurrió hacer una radio con los transistores recién inventados, que cabía en la palma de una mano.
Cantolla y Morita se hicieron amigos y eso le valió a don Enrique el primer -y único- contrato de exclusividad que ha dado Sony en toda su historia, lo que lo convirtió en el primer empresario multimillonario a la sombra de los cambios económicos del Gobierno Militar. La empresa Sony Cantolla fue la primera muestra en el mundo que las ideas de Milton Friedman -que detalló en una carta personal al General Pinochet- funcionaban. Después vendrían muchas más pruebas no solo en Chile sino en el mundo. Pero Cantolla fue el primer éxito importante de la revolución liberal.
La empresa en Chile creció al alero de la Zona Franca y prácticamente todos mis amigos trabajaron allí: don Enrique Cantolla conocía a Daniel Viera, que estaba exiliado en Colombia y cuando vino de visita a Iquique se encontraron y le hizo una propuesta que no podía rechazar: le ofreció la gerencia de la empresa en ZOFRI, esa era la locomotora que tiraba al consorcio en Chile a un nivel de crecimiento que nunca antes se había visto: Sony Cantolla tenía su propia avioneta para trasladar a sus ejecutivos, casas en los barrios más lujosos para alojarlos, un canal propio de televisión y la cumbre fue cuando trajo al mismísimo Pelé para un mundial de futbol. Al lado de eso las visitas papales no fueron nada.
Fueron varios ingredientes que se encontraron en el momento preciso: haberse hecho amigo de Morita cuando Sony estaba empezando; obtener un contrato de exclusividad; estar en una recién creada zona franca rodeados de países con economías cerradas, que los hacían paraíso del contrabandista; el cénit de la producción de cocaína en Perú y Bolivia que había creado los primeros millonarios en dólares en el sur del Perú y luego en Arica e Iquique; una economía nacional recién abierta, en fin, fue una serie de circunstancias afortunadas y una no menor fue la mantención de un cambio fijo del dólar a 39 pesos durante más de un año, algo insólito en la historia económica nacional.
Y así fue como en Chile por primera vez empezaron a verse los millones de dólares, todo comenzó en Iquique y los que estuvimos en esa verdadera universidad de negocios que fue la Zona Franca fuimos testigos privilegiados de todo eso. Y así también ocurrió la tormenta perfecta cuando la crísis del 86 -si mal no recuerdo- casi dobló de un día para otro el tipo de cambio a 76 pesos por dólar.
El resultado fue la quiebra, o «acuerdo con los acreedores de entrega total de activos» como eufemísticamente la llamaron. Sony Cantolla fue pionera en muchas cosas y -entre otras- de la primera mega-quiebra de una empresa en pleno boom económico. En el Diario Oficial con la lista de los acreedores tuvieron que agregar un grueso volumen extra.
Y esa fue la triste historia para todos mis amigos que trabajaban allá, acostumbrados a viajar en el avión de la empresa y tomar Etiqueta Negra como si fuera cerveza: Viera, Julio Gaete, Nelson Navarro, don Pablo Jimenez, Daniel Zamorano, Washington Lobos, Che-Che García y un enorme etc. de mis amigos se quedaron sin trabajo. Recién después de eso los conocí.
Pese a la mega-quiebra, don Enrique Cantolla no salio tan mal parado: aprovisionó algo de efectivo antes del desastre y después de pensar que hacer en Santiago fundó en los ochentas la primera cadena de tiendads de ropa usada «boutique»: la cadena se llamaba Flamante y aunque no igualó el éxito de Cantolla ganó bastante plata.
Viejo ya, don Enrique se dió cuenta que había vivido experiencias únicas así es que se tentó con el mundo académico: entró a estudiar sociología y luego Ciencias Políticas graduándose lejos el primero de su clase. Y se dedicó a escribir sobre la historia del pensamiento económico, la modernidad y muchos otros textos valiosos. Los intelectuales que han tenido éxito en los negocios en el mundo deben contarse con los dedos de una mano y sobran dedos, don Enrique Cantolla fue uno de ellos.
Hacia el fin de sus días se enfermó y estando en la clínica vio con claridad que el verdadero negocio de los servicios médicos no es la medicina sino la hotelería. Se metió en el negocio y creó las primeras clínicas-resort que hoy han sido copiadas por todos, con los médicos pagando por un espacio tal como en algunas peluquerías los peluqueros pagan arriendo por un sillón.
Don Enrique Cantolla fue el más brillante y más exitoso de nuestros empresarios. Si bien hay fortunas mucho mayores como las de los Lucsik o Angellini, han sido mucho más fruto de la suerte y las condiciones favorables. Cantolla, junto con Carlos Cardoen han sido los únicos dos grandes empresarios que ha tenido Chile en su historia moderna, seguidos -muy de lejos- por los Matte.
En otros países, sin nuestra atávica envidia y odio hacia el que tiene éxito, los empresarios exitosos son vistos como héroes. Mientras no pase eso en nuestro país siempre estaremos limitados por el fantasma de los resentidos y mediocres que no les importa arruinar a todos con tal de evitar que alguien se destaque. Eso es lo que hay nomás.
Todas las estúpidas estatuas a Ohiggins, Los Carrera o la tracalada de presidentes estúpidos, con Allende como máximo representante, deberían ser fundidas y reemplazadas por estatuas del gringo Braden, de Pérez Rosales, Santos Ossa y don Enrique Cantolla, esa es la gente que realmente vale la pena y contribuyó mil veces más al país que todos los otros fantoches.
Extraído desde el blog de Tomás Bradanovic