¿Vos te creés que todas las historias son exitosas? Pues andá sabiendo que lo habitual no es lo maravilloso, lo más frecuente es que el nieto haga trizas el milagro del abuelo.
Casi todos los cuentos son de ida: un muchachito tiene una idea fantástica, la desarrolla en el garaje y poco después la empresa que fundó vale miles de millones de dólares… pero raramente escuchás relatos del viaje a la inversa, la del hijo o el nieto de ese muchacho que en un abrir y cerrar de ojos arruina el formidable negocio. No es ni remotamente la mayor causa de que una empresa se funda o que no logre prosperar… hay muchos factores que ignoran quienes creen que los propietarios son los malos de la película. Sin desconocer que algunos que son malos y malísimos… pero esa es otra historia.
Andá mirando la foto de portada, ni los teatros se salvan, los aeropuertos tampoco. Este es de Nicosia, Chipre.
Es curioso que casi no veamos relatos de fracasos, porque el mundo está repleto de ellos. No podemos poner ejemplos porque escrachar a un arruinado es un acto miserable, pero si escarbás en tu experiencia personal verás que no son hechos aislados y que si pasan desapercibidos puede haber sido porque en las bolsas de valores pueden disfrazarse los hechos para que un fracaso parezca un éxito y que un bluf de esos internéticos, siga valiendo millones y hasta aumentando su cotización, a pesar de las acalambrantes pérdidas cotidianas que experimenta. Ellos te lo explican con tantas imponentes palabras en inglés, que uno termina creyendo que somos estúpidos.
Algunos fracasos tienen miles de años, como Angkor; otros son recientes, como este ambicioso complejo urbano de China que costó millones y millones, pero no sirvió para nada.
La empresa no ha sabido crear suficiente valor para sus clientes, y tras unos años renqueantes muere de apatía, de mediocridad. Pero sobre todo muere de comodidad…. explican en uno de los casos. Pero eso es como describir una septicemia sin hacer referencia a los microbios que la causaron. Lo mío es una teoría… pero he visto tantos casos que confío en mi intuición. El asunto empieza así: en estas latitudes el fundador de la empresa fue un inmigrante sin instrucción que ignoraba muchas cosas, pero tenía plena conciencia de sus limitaciones. Lo que tenía era un empuje formidable; nadie en su entorno lo igualaba en tesón… y lo que le faltaba de conocimiento, le sobraba de ingenio.
Así que paso a paso, el local de 100 metros se transforma en uno de mil, luego en sucursales por todo el país y, finalmente, aparecen las filiales en el exterior. ¿Su defecto? Conservar todo centralizado, como cuando era joven y se podía ocupar. Quizás pensó que al envejecer, su hijo o su nieto lo podían sustituir con ventaja, pues ellos habían asistido a la mejor universidad… en un curso acelerado de seis o siete meses, claro. Porque el nene no se puede concentrar mucho tiempo seguido y como él pagó mucho por la matrícula, el diploma se lo otorgan. Porque si se lo niegan, la universidad pierde un negocio formidable y continental. ¿Te dije que era una Universidad de Estados Unidos? Es lo usual en estos casos, acá no se consiguen esas licenciaturas mágicas.
Ya con el diploma en la pared, con el padre o el abuelo viejo para luchar contra la tontería, la generación de recambio se apodera del negocio, abandona todo lo que el viejo usaba como sistema (“son cosas de viejo”, “están pasadas de moda”) y se dedican a lo que les enseñaron, a hacer lo que ellos creen que produce mayor rentabilidad, eso que también hace ese competidor tan elegante que siempre sale en las revistas. Todos usan los mismos autos de lujo, tienen casas en los mismos balnearios y se consiguen novias rutilantemente parecidas.
¿Cuánto dura la empresa? Un soplo. Vos dirás, bueno, ahora aprenderá y empieza de nuevo. Noooo… ahora dice: la culpa la tiene este gobierno de porquería, los empleados son haraganes, me boicotean, pagamos sueldos demasiado altos, la tendencia del mercado, la mala suerte, el comunismo, el imperialismo, ¿qué querés con este país sin consumidores?… o algo así, o todo junto. Pero la posibilidad de que ellos hayan tenido la culpa no existe, ¡si ellos tienen ese título sietemesino en la pared arriba del escritorio!
Naturalmente hay muchas, muchísimas causas posibles. Cuando en las revistas te cuentan los éxitos, parece que si copiás tal modelo, o comprás tal franchising, te instalás con un puestito en la vereda o una minúscula cerrajería o un lavadero y el dinero comienza a entrar a raudales. Pero no, puede ocurrir que pierdas el dinero y pierdas la confiabilidad que te podría permitir empezar de nuevo. Eso le ocurre tanto al pobre tipo que puso un puestito en la vereda, como al privilegiado que consiguió convencer a decenas de ricachos inversionistas de que tenía un proyecto infalible. Ni siquiera los sucesores de Walt Disney, uno de los más ganadores entre todos los ilustres, están a salvo de un negocio ruinoso, como ya veremos.
Podríamos haber escogido decenas de casos en Uruguay… pero no quisimos llevar esto al nivel de tragedia, como la que viven los habitantes de Juan Lacaze, una ciudad privilegiada por su ubicación cercana a Buenos Aires, con un buen puerto y radicada en un departamento lleno de gente que se destaca por su laboriosidad y talento. Y aún así, son los protagonistas de dos de los mayores fracasos, tanto en la industria textil como en la papelera. No hay ciudad del interior sin alguna formidable empresa arruinada, muy a menudo enormes frigoríficos.
Los alrededores de Montevideo son el febril escenario de nuevas empresas que abren oportunidades y ofertan empleo… pero también son un cementerio de empresas ruinosas. No escapa el propio centro de Montevideo, la Ciudad Vieja y El Cordón, desde donde los proyectos comerciales fueron migrando hacia los Shoppings, dejando un tendal que no se limita al derrumbe del London París, Introzzi o tantos otros, sino también a las galerías comerciales que parecieron una transformación natural bajo techo. ¿Veremos algún dia que los Shoppings desaparecen como desaparecieron sus antecesores, como los Almacenes de Ramos Generales tan comunes en el interior?
Acá lo tenés al Rolling Akres Mall, de Akron, Ohio. Lo abrieron en 1975 a toda máquina y lo tuvieron que agrandar varias veces para que pudiera acoger a 140 tiendas. Era un próspero shopping center, como los llamamos nosotros; había cuatro tiendas ancla del nivel de JCPenney y Dillard’s.
La ciudad se hizo cargo, porque se había transformado en una cueva de alimañas y un lugar hasta peligroso desde el punto de vista delictivo. ¿Cómo y porqué cayó? Ahora que lo están derribando para que no quede nada, es fácil hacer diagnósticos, pero hasta 2008 cuando la última tienda cerró definitivamente y nadie más se ocupó de reparar al edificio, todos creían que podían salvar el negocio y los empleos. Teorías hay por decenas y una de las que más persevera bien podría ser una señal de alerta en nuestro inseguro Montevideo, por más que el inmundo racismo parece ser un importante componente. Dicen que a principios y mediados de los 90 se había transformado en un lugar donde a los jóvenes urbanos violentos y armados les gustaba pasar el rato. “La veracidad de esto es muy debatible, porque en todos los años que mis padres nos llevaron allí, nunca vimos una sola cosa remotamente sospechosa. Sí, de hecho, vimos gente negra, pero no los recuerdo blandiendo o descargando armas de fuego. La mayoría de ellos estaban de compras”. Esto es lo que encontré en un blog que habla de este caso. Tristemente, los rumores racistas desempeñaron un papel importante en mantener alejado lo que había sido el objetivo de la circunscripción objetivo de Rolling Acres y Romig Road: los suburbanos de clase media alta, concluye el bloguero.
Ni Disney se salva. La empresa es impresionantemente poderosa y lucrativa… pero no todo les salió bien. La BBC (http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/03/160323_parques_abandonados_disney_disneylandia_mr) informa de dos parque que permanecen cerrados y ruinosos hace mucho tiempo. En medio de Bay Lake, hay una isla que era una de las atracciones. La denominaban Discovery Island y era bastante visitada. Al otro lado está el parque también abandonado River Country, que contaba con 4 toboganes de agua, un lago con fondo de arena, rápidos de agua blanca, y un río para hacer tubing. Hay pocas imágenes porque el servicio de seguridad de Disney no permite pasar.
También en este caso las razones del fracaso están inundadas de fantasía y carentes de explicaciones racionales y oficiales. La explicación que más corre es de orden sanitario; dicen que sobre esos cursos de agua se realizaban espectáculos de fuegos artificiales que, junto con las ferias y los barcos, terminaron produciendo contaminación y el cierre por precaución… pero hay una versión que se apoya en una información de AP de 1980, sobre un niño de 11 años quien luego de bañarse en River Country fue afectado por una ameba que atacó su sistema nervioso y produjo su muerte. Cierto o incierto, alcanza con un rumor como éste o como cualquier otro, para destruir una operación comercial que pudo ser exitosa.
El del Shopping New World de Bangkok debe ser el más patético de los casos, pues el lugar de los compradores fue ocupado por miles de carpas, tilapias y bagres que se habían instalado en los estacionamientos y en la planta baja luego de una inundación progresiva por causa de las lluvias en diez años. En los últimos meses, el Departamento de Pesquería de Tailandia contrató pescadores artesanales para capturarlos, luego desagotó las instalaciones y los peces luego de examinados, fueron liberados en diversos cursos de agua. Los vecinos y muchachos que iban a pescar, se perdieron la diversión urbana.
Lo que pudo ser y lo que terminó siendo
Localizado en el distrito Banglamphu de la ciudad, el centro comercial debió tener siete y parecía destinado a ser uno de los mayores paseos de compras de Bangkok… pero los propietarios queriendo ser más listos que las autoridades, le agregaron cuatro pisos más. Cuando la maniobra quedó en evidencia, el asunto no se arregló con una multa ni con una coima como especulaban los sinvergüenzas. Se ordenó la demolición que dejó a la construcción sin techo. Cómo llegaron los peces es un misterio; el caso es que prosperaron y que los tailandeses compadecidos les llevaban comida violando las prohibiciones de entrar.
Alguien se tomó el trabajo de de sentarse a enumerar todas las empresas conocidas que han cerrado sus puertas en los últimos años. La lista, que se remonta a más de 10 años y contiene unos 40 nombres, circula en Facebook y fue recogida por El Observador. En los últimos tiempos la “lista negra” agregó a La Spezia y al Molino Florida. En arzo también se sumaron Foto Martín y Mr. Bricolage. En febrero fue el polémico cambio Nelson, y antes cayeron Fanapel y el Molino Dolores. Este 2017 parece estar arrasando con el ánimo empresarial uruguayo. ¿Es una realidad o es una sensación? Los números van en aumento… pero no es un cataclismo, históricamente hubo caídas semejantes y peores.
Sea como sea, cada vez que salgo a caminar y me tropiezo con fachadas comerciales en situación de abandono, cada vez que veo los tristes carteles de “Liquidación Final”, imagino los sueños destrozados de quienes un día inauguraron ese mismo local y le dieron empleo a unas pocas o a muchas personas. Es muy fácil y muy egoísta dar por sentado que se equivocaron, que especularon, que haraganearon … y todo eso. Es posible que hayan meditado cuidadosamente, calculado todas las variantes y hasta contratado un costoso estudio de marketing, y aún así todo eso se perdió. No se les llenará el negocio de peces ni de personas en situación de calle… pero mi sensación es de profunda tristeza.
¡El siglo XXI es tan duro como el XX y como lo fue el XIX!
Extraído desde http://viajes.elpais.com.uy/2017/10/17/viaje-de-regreso-a-la-miseria/
Guillermo Pérez Rossel